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Apuntes- Gabo Caruana – Escribir – Cap29

Es la acción de escribir o tomar notas. Es resaltar los textos, pero también es hacer visible a la persona, al escritor, al poeta que escribe esos… Apuntes

¿Qué quiero escribir? Lo que me quema la cabeza por las noches, antes de dormir. Pero quiero romper las líneas mon­struo. Esa amal­gama de calor humano, pega­joso y adje­ti­vado que son mis pen­samien­tos. Dientes afi­la­dos para mar­car el ritmo del mas­tique, pero muy acos­tum­bra­dos a morder siem­pre en el mismo lugar. Quiero salirme de la ruta y desan­dar lo andado. Matar a Víc­tor Heredia.

Todos ten­emos un fol­clorista en el placar y un dedo en el orto removiendo un almuerzo de puro aceite y pura carne. Pero no es agredir por agredir, eso lo dejo para los rap­eros que de seguro cam­biarán el mundo. Lo mío es una búsqueda más de señorita japonesa que quiere prac­ticar el sexo con asfixia, pero sola. En con­tra­posi­ción a su her­mano, que lo quiere prac­ticar con ella. Una familia tipo H que de edi­fi­cios, mudan­zas y sartenes rene­gri­das por el fuego y la mala comida, saben mucho.

¿Qué quiero escribir? Lo que me las­tima el sueño por las noches, eso que revienta con­tra la pared de mi cuarto y hace estra­gos en el patio, hace rui­dos, hace pesadillas.

Quiero escribir: cam­iné por sobre los edi­fi­cios como un triste super­héroe, busqué soli­tario la ter­raza peor ilu­mi­nada y allí, a la luz amar­il­lenta de un farol y con el cielo agu­jereado de estrel­las, saqué mi tup­per y comí mi cena, arroz con ver­du­ri­tas. Después esperé media hora y seguí avan­zando, som­bra de silen­cio haciendo som­bra en cada techo.

Pero no.

Quiero escribir: la mañana es el fin de toda his­to­ria, el comienzo ino­por­tuno de una luz que aparenta beat­i­tud pero engaña y traiciona. Los crímenes más ter­ri­bles, suce­den en la siesta.

Quiero escribirte: si el aire tuviera memo­ria, recor­daría el placer que siente al recor­tar tu cuerpo en cada movimiento. Y al res­pi­rar y res­pi­rarnos, haríamos de nues­tra casa, una pan­talla de oxígeno proyectando tu forma.

Pero todo intento se detiene ahí, en la escal­ada de una cima lla­mada hoja en blanco, en la ausen­cia de una téc­nica lla­mada dis­ci­plina. Todo se detiene, ahí donde los vasos dejan de tirar letra y los días se hacen sem­anas y ruti­nas apren­di­das y cal­los de cos­tum­bre en cada idea y tiempo que se aleja y encuen­tro que se niega.

Quiero escribir, pero no quiero. Por eso no puedo.

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